martes, 2 de abril de 2013

Hacia un nuevo ciclo de nuestra historia

Para los venezolanos Chávez no murió el 5 de marzo. Chávez todavía es Presidente de la República. Administrativa, formal y estrictamente, por supuesto que el presidente es Nicolás Maduro y todo indica que seguirá siéndolo durante los próximos años. Pero simbólica y emocionalmente los venezolanos estamos viviendo el último período de Gobierno de un sujeto por quien votamos el 7 de octubre de 2012. Después de esa fecha no hemos elegido a nadie para Presidente (lo haremos el 14 de abril).
El espíritu, el hacer, el ejercicio fáctico del Poder Ejecutivo sigue moviéndose de acuerdo con estrategias, estilos y procederes moldeados por Hugo Chávez, quien impregnó y esculpió por 21 años la historia política de este país. Nada se ha hecho en este Gobierno provisional que no sea continuación y prolongación del que teníamos antes de marzo o antes de octubre. Pero el dato esencial para entender de qué va todo esto es que falta por cumplirse la instrucción final de su mandato, la última voz jefatural que se le escuchó pronunciar a Chávez: salir a votar por Nicolás Maduro. Cumplida esa instrucción sí podrá decirse que tenemos un nuevo Gobierno y una nueva fase de la historia institucional venezolana. O, si queremos hacerle concesiones a la tristeza, decir que ha concluido el ciclo de Hugo Chávez frente a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela.
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Lo anterior pudiera leerse apenas como el fin del camino de un hombre, pero si uno aparta un poco la emoción y el tono épico producto de nuestro amor y nuestro agradecimiento a Chávez (que nos lleva a decir cosas como que el Comandante no morirá jamás y que la patria bolivariana será exactamente la misma para siempre) nos encontraremos con que la historia de Venezuela está en proceso de dislocación, en otro momento de viraje hacia otro rumbo. Puede que lo correcto, en términos historiográficos, sea decir que ese cambio o ruptura se producirá sólo si el chavismo y su aparato partidista sufren alguna derrota y el Poder Ejecutivo cae en manos de otros factores (tras lo cual habrá que ver si de todas maneras la influencia de Chávez no marcará también la forma de gobernar de los presidentes que vendrán). Pero a partir del 14 de abril, o en el momento en que se instale el nuevo Gobierno, ya Venezuela habrá torcido su rumbo hacia otro distinto. El chavismo no murió con Chávez, pero la historia de Venezuela tendrá un signo distinto al que conocemos.
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Este fenómeno será perceptible desde el momento en que Nicolás Maduro comience a mostrar su estilo de comunicarse con la gente e implemente las primeras políticas autógenas de su gabinete, que seguramente será muy parecido a los gabinetes de Chávez pero que no será el mismo, entre otras cosas porque su jefe ya no será el mismo. Muy probablemente las políticas sociales, el discurso antiimperialista y la relación con el pueblo y los grupos de poder no experimenten un gran cambio, pero no es ni probable ni conveniente que Maduro se dedique a repetir sin variaciones el guión dejado por Chávez, quien por cierto no tuvo un solo guión sino muchos. El Gobierno de Chávez fue mutando, evolucionando, cambiando siempre, y no hay que ser muy sagaz para detectar las diferencias entre el Gobierno chavista de 2001 y el de 2012. Así pues, Maduro no tendrá más remedio que inventar o errar.
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Eso de "continuar la Revolución" se presta a tantas confusiones y equívocos que lo mejor es distinguir lo que pudiera ser el destino del Gobierno, el del Partido Socialista Unido de Venezuela y el del quehacer revolucionario de nuestro pueblo o de sectores de nuestro pueblo. Esto, porque nunca hemos creído que Gobierno y Revolución sean una misma cosa, ni que la Revolución consiste en mantener al PSUV al frente del aparato burocrático del Estado.
A tal efecto conviene precisar que el mantenimiento del PSUV en el poder dependerá de la eficiencia de esa maquinaria para proponer candidaturas, discursos y políticas atractivas para nuestra gente. Ganar elecciones para el chavismo es tarea del PSUV y de otros partidos. Pero eso no es la Revolución.

El Gobierno tiene una tremenda tarea, el cumplimiento de una línea macro propuesta por Chávez y que no debe ser violentada: la creación y consolidación de comunas rumbo al nacimiento de un Estado Comunal. Estamos en una etapa germinal de esa construcción, y como el experimento apenas comienza entonces pareciera que el Estado Comunal consiste en que el Estado debe financiar a las comunas, cuando la realidad indica que somos nosotros (aprendices de comuneros) quienes debemos hacerlo. Está bien que un Ministerio para las Comunas se ocupe de echar a andar experiencias que luego se harán autosustentables, pero creer que la misión del Estado será financiar para siempre los experimentos comunales es un error que suponemos en proceso de revisión por parte de los responsables. Así que la labor del Ministerio para las Comunas es importante y crucial, pero eso no es la Revolución.

En el nivel más horizontal y masivo del experimento revolucionario nos encontramos nosotros, los que no tenemos responsabilidades de dirección o jefatura en ninguna instancia. La gente en su hacer cotidiano, que ha captado la propuesta chavista de construcción de comunas, tenemos una tarea y es demostrar que podemos echar las bases de un edificio que ha de construirse durante muchas décadas, seguramente hasta después que nosotros y nuestros hijos hayan muerto. Si el Estado Comunal que estamos apenas formulando, discutiendo y construyendo torpemente, en procesos y experiencias focales y por los momentos aisladas, se convierte en la forma de vida y de participación ciudadana de los venezolanos que todavía no han nacido, eso sí es la Revolución.

Ese sí será el legado de Chávez y será también nuestro orgullo. Porque nosotros, formados y moldeados conforme a cánones burgueses, en escuelas burguesas y con un lenguaje y una forma de relacionarnos absolutamente burguesas, habremos demostrado que logramos violentarnos, derrotar nuestro ser egoísta, individualista, consumista y mezquino, para merecer el calificativo de generación revolucionaria.

La mala noticia es que los venezolanos vivientes no sabremos nunca si nos recordarán de esa manera. Lo siento. La historia está llena de gente que no se enteró del tamaño de su aporte a la humanidad.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Duele que joooode leer tu planteamiento cruelmente realista…volví a llorar como el primer día. Dicen q el duelo tiene etapas, el caso es q me devolví al principio de este dolor y luego terminé viendo pa donde no quería, pa lante… realmente ver pa donde ÉL no está es…

Mi esperanza es que Nicolás y el equipo que le acompaña, tengan estas ideas tan claras como las has planteado, es necesario.

Saludos
@larissacandanga

PANAOCHENTERO dijo...

...DE BOLA QUE MADURO NO ES CHAVEZ A MI MODO DE VER MENOS MAL QUE ES ASI,TAL VEZ ESE ENIGMA DE ¿COMO COÑO HA DE SER MADURO?UNA VEZ EMBEBIDO EN ESA AMBROSIA QUE ES EL PODER GENERA UN PANICO IMPREDECIBLE EN ESE MAJUNCHISMO QUE DEDOCRATICAMENTE ASUME QUE EL 14-04-13 PODRA LEGITIMARSE Y ACABAR LA PATRIA TAREA QUE CASI LOGRAN EN APENAS 40 AÑOS, TAREA CASI DE CARACTER SOLEMNE QUE EL MAJUNCHISMO HACE VER COMO LA UNICA OPCION VALIDA PARA LA DEMOCRACIA VENEZOLANA EXACTO AQUELLA QUE LES PERMITIO LLEVARSE UNOS CHURUPITOS(MAS DE 60 MILLARDOS DE DOLARES EN CUESTION DE HORAS)SUFICIENTES PARA IRSEN DE "CAMPINS" A LOS MAYAMIS,LA SOLA IDEA DE QUE MADURO LLEGUE A SER UNA PIZCA DE LO TERRIBLE QUE EL MAJUNCHISMO PREGONA FUE CHAVEZ NO LOS DEJARA DORMIR,PUES LOS SUEÑOS DEL PUEBLO SON PESADILLAS MAYAMERAS...